CUESTIONES DE PIEL Y
DISCRIMINACIÓN.
Desde el final del año pasado, la
novela de la agresión a Tania ha ocupado buena parte de las noticias, foros,
discusiones de boliche y charlas de amigos. Los hechos son conocidos por casi
todos los uruguayos, pero todos los leemos de manera diferente. Unos nos
ponemos de un lado, asumiendo un ataque racista y violento y otros nos ponemos
del otro, asumiendo un acto de violencia desmedido no racista.
En algo estamos todos de acuerdo:
el hecho es un ataque desmedido a una persona, por una patota de mujeres. Y
todos estamos de acuerdo que esas mujeres deben ser indagadas y deben pagar sus
penas ante la sociedad.
Pero no hay caso, no nos ponemos
de acuerdo con el racismo.
Al poco tiempo del suceso
violento, comenzaron a aparecer voces en todos lados, clamando un acto racista,
convocando a marchas, protestas, reivindicaciones por el color de piel, etc. De
a poco, comenzó a aparecer más información y hasta los propios videos del
suceso. Y lo que supuestamente era un acto racista, pasó a ser sólo un acto de
violencia desmedido.
Los puristas de la opción racista,
se basan en que la patota agredía mientras decía “negra de mierda”. Y sólo en
eso se basan para decir que eso es un ataque racista.
Me parece que todos estos defensores
de la opción 1, tuvieron la suerte de no estar nunca en una situación de
violencia. En cualquier situación de violencia, desde una piñata clásica, a un
insulto por algún tipo de razón, suele denostarse al colectivo al que pertenece
la persona, o a una característica física.
En este caso fue “negra de mierda”,
porque la chica es negra. Si en lugar de Tania, ese taxi lo hubiera querido
tomar algún jugador de futbol habitué del local, sería “manya de mierda” o “bolso
de mierda”.
Si en una de esas, el taxi lo
tomaba Petinatti, le hubieran dicho “pelado de mierda”. Si en cambio era Gorzy,
le hubieran pegado mientras le gritaban “judío de mierda”. Ni que hablar que si
era Salgado, le hubieran gritado “gallego de mierda”, o si eran Petru o Dani
Umpi, les hubieran pegado mientras les decían “putos de mierda”.
Si era Sotelo, le hubieran pegado
al ritmo de “narigón de mierda”, si era Puglia sería “gordo puto”, si era
Lacalle Pou sería “oligarca de mierda” o capaz que se acordaban y ese día era “oligarca
puto”. Si era Castillo sería bolche de mierda, y si era Pedro, sería “colorado
de mierda”.
Si la cosa no quedó clara,
podemos seguir con ejemplos varios.
Todo lo anterior, ¿constituye
actos de violencia desmedidos? Si, son insultos gratuitos a la persona,
utilizando alguna característica real o que se cree que tiene la persona.
¿Se dan siempre? No, aparecen
normalmente cuando hay alguna situación que nos genera violencia. Quién no
relajó a algún “gallego” cuando el ómnibus de Cutcsa no para.
Todo lo anterior, ¿es
discriminatorio respecto al grupo al que pertenecen esas personas? NO.
Discriminatorio sería emprender una acción sistemática y sostenida en el tiempo
para segregar al grupo objetivo (gordo, flaco, judío, puto, bolche, colorado o
gallego).
Por lo tanto, entiendo que los
que salieron a rasgarse las vestiduras en pro de la igualdad de razas luego de
este ataque, están tan locos como los que realmente discriminan. El racismo en
este caso, no se ve en un ataque de una patota a la salida de un boliche. El racismo
se ve en aspectos tales como el acceso de los negros a trabajos, puestos
públicos, sueldos adecuados, educación, etc.
Imaginen si todos los que
cotidianamente participamos o somos víctimas de hechos de violencia que
vinculan frases como las vistas antes. Estaríamos agotados presentando demandas
por discriminación a ciertos colectivos. Yo debiera presentar demandas cuando
me digan flaco, bolsilludo, misionero, cejudo, zurdo o cosas así.
Realmente parece poco razonable
que gente que razona no razone y use los
medios masivos de los que dispone, para tergiversar ligeramente la realidad que
es una sola: una patota le pegó a una chica a la salida de un boliche porque se
querían tomar el taxi primero.
Hay que condenar la violencia, como en cualquier otro ámbito. Y no hay más nada, aparte de condenar la violencia.