Siguiendo con la línea del blog anterior, paso a otros símbolos que no sirven para nada.
Empiezo por la Jura de la Bandera. Todos los jóvenes liceales, los 19 de junio, juran defender la democracia y la patria, y de ser necesario dar la vida por la bandera. Luego les dan un certificado, que les permitirá presentarse a cualquier llamado para trabajar en el Estado. Mientras tanto, los padres y allegados aplauden a rabiar ese primer paso en pos de la orientalidad.
Los decretos que obligan a esto provienen del año 1940. Increíble que hoy, 70 años después, aun no nos cuestionemos este acto. Primero: aquellas personas que no tienen educación secundaria, no tienen que emitir un juramento que los obligue a dar la vida por la patria. O sea que por tener enseñanza media, las personas tenemos que poner en riesgo nuestra vida. ¿O acaso juramos en vano? Me parece adecuado que le exijan juramento a los soldados, y quizás a policías, pero no a los civiles.
Los decretos exigen que todos los ciudadanos juren al menos una vez en la vida. ¿Cuándo lo hacen los que no van al liceo?
Segundo: ¿cómo se le puede exigir a un joven de 12 años que jure dar la vida por la patria? Creo que si le preguntan al mismo joven, 10 o 20 años más tarde, decidirá que no va a dar la vida por la patria ni por nada más, exceptuando a su familia, hijos o algún amigo. Por lo tanto, el propio Estado lo obligó a Jurar en vano.
¿Tiene validez un juramento emitido por un menor de edad, que no tiene edad para manejar, beber, fumar, votar, ver una porno, etc.? Tampoco parece muy razonable.
Tercero: ¿Por qué se pide el certificado de la Jura de la Bandera , para cualquier trámite posterior que haya que realizar ante el Estado? Es difícil guardar un papel, desde los 12 años, para presentar quizás a los 30 o 40 años. Sobre todo que cuando nos lo dan, no tenemos absolutamente nada claro de lo que vamos a hacer en la vida, y todo nos chupa un huevo, exceptuando algunas cosas tales como jugar al fútbol o mirar al chico de tercer año.
Conclusión: A la mayoría de los educandos de enseñanza media, el Estado nos obliga a jurar en vano, y desde muy jóvenes. Luego nos obliga a guardar un papelito que acredite ese juramento, por las dudas que entremos a trabajar al mismo Estado.
Otro símbolo que no sirve para nada es el escudo nacional. De chicos aprendemos que la fortaleza del Cerro representa la fuerza, el caballo la libertad, la vaca (o el buey) la prosperidad, etc. ¿Para qué sirve el escudo? Sólo para adornar el frente de todos los edificios públicos del país. ¿No alcanza acaso con la bandera?
Hice una somera encuesta la semana pasada, preguntándole a personas de entre 25 y 40 años sobre las figuras que están en el escudo. Nadie supo decirme completamente cuál era y qué significaba.
O sea, que no tiene sentido alguno tener un escudo. Quizás en la época medieval servía para identificar a los soldados en la batalla. Cuando el barro y la sangre habían cubierto por completo a los que luchaban ya nadie sabía de que bando era, a no ser por los distintivos (formas y colores) del escudo.
Hoy no peleamos con nadie, pero gastamos dinero en mantener un símbolo que casi nadie entiende.
En la misma línea, los escudos departamentales han dejado de existir, dando paso a slogans más modernos y coloridos que destacan lo mejor de cada departamento. Hace algún tiempo un famoso político cuyo nombre empieza con Q y termina con ki, se quejaba que la juventud ya no conoce los escudos departamentales. ¿A quién le importa saber que el escudo de Colonia tiene unas abejitas, o que el de Rocha dice “Aquí nace el sol de la patria”?
En los 90 empezó la movida trasgresora en Montevideo, bajo el gobierno departamental de Vázquez. Apareció el logo “Montevideo mi casa”. Luego de varias críticas, las demás intendencias empezaron a hacer lo mismo. Hoy a Tacuarembó se lo conoce por el gorro de Gardel con el eslogan “el pago más grande”, o Canelones como “Comuna Canaria”. Lavalleja cambió la imagen del Arequita por un sol y unos trazos verdes representando las sierras.
Unas son Comunas, otras Intendencias, otros son Municipios, otros Gobierno Departamental… no importa, cada intendencia le puso su impronta y modernizó y popularizó las identificaciones. Y no por populares son berretas. Y por populares, modernas y sencillas, hoy varios las podemos recordar.