Nomegusta el carnet de afiliado a cualquier cosa.
Existe una tendencia que cada tanto toma fuerzas, luego se repliega y luego vuelve a aparecer. Son las famosas pertenencias a clubes, círculos, entidades o cualquier otro grupo social asociativo.
Partamos del ejemplo del carnet de asociado a un club deportivo, donde concurrimos a realizar alguna actividad física. ¿Para qué sirve? Para demostrarle al club que soy socio de ahí, ya que tiene mi foto e indica que estoy al día con la cuota social. ¿Para que lo necesito? Para ingresar al club. ¿Lo necesito en algún otro momento de mi vida? No, solo para eso. Por lo tanto: ¿para qué debo cargarlo siempre en mi billetera? ¿No sería mejor acaso que quedara en el único lugar donde lo voy a usar, o sea, en el club?
¿No podría utilizar mi cédula de identidad, como documento que acredite que soy yo, y que estoy al día con la cuota social?
Hace algunos años, las mutualistas evolucionaron en este sentido, y pusieron como número de afiliado, el número de cédula de identidad. Y para todo trámite, se presenta la cédula. Yo todavía conservo mi carné de afiliado al Casmu, con mi foto de recién nacido. Supongo que si hoy fuera a usarlo, nadie podría asegurar que ese bebe soy yo.
Vamos al siguiente ejemplo: las tarjetas acumuladoras de puntos. Ejemplos: los clásicos puntos de T. Inglesa, los Abis de Abitab, los puntos de Ancap, etc. La cantidad de plástico, cartón y demás materiales que circula por Uruguay por esas causas es impresionante. ¿Para qué?
Ejemplo: Voy a comprar al supermercado, y al llegar a la caja, me preguntan si tengo la tarjeta de puntos. Rebusco entre mil tarjetas de pertenencia a diferentes entidades hasta que la encuentro. ¿Para qué? Para que al final, se le asignen a mi nombre algunos puntos, abis o millas que algún día me permitirán obtener premios.
¿No hubiera bastado con decirle al cajero mi número de cédula? ¿Y si por ejemplo, deseo otorgarle mis puntos a mi tía Carlota para que al fin pueda acceder a la plancha a vapor? Al fin y al cabo, si son mis puntos, puedo hacer con ellos lo que quiera, no?
Otra vez más, las tarjetas de fidelización se eliminarían, dando lugar al uso exclusivo del número de cédula de identidad!
Los mismos razonamientos pueden hacerse para casi todas las otras tarjetas de filiación a diferentes programas, clubes, entidades, etc. No sirven para nada y llenan las billeteras!
Quizás podamos pensar en dotar a nuestra cédula de identidad de mecanismos de lectura más rápida, tales como un código de barras y una banda magnética. De esa forma podría ser usada como tarjeta de filiación a cualquier organización.
También podríamos pensar en ponerle tags RFID para que dicha identificación fuera automática, aunque eso podría dar lugar a situaciones más propias de Orwell y su Gran Hermano, que de la sociedad actual.
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